Está enfadada consigo misma por ser tan ilusa, idiota, ingenua, inocente y todos los demás adjetivos del mundo que empiecen por i…Cree que la vida es como un libro de Federico Moccia, siempre se emociona con las mismas películas, aunque haya visto aquella escena miles de veces y se la ponen los pelos de punta cuando escucha su canción favorita…y así la va. A veces descubre que la vida real no es tan mágica, que nadie vive romances inolvidables, que no existen príncipes azules que luchen por su princesa, que no existen valientes que dejen todo por su amor verdadero, y entonces, nota que las lágrimas resbalan por su mejilla, y se enfada, como hoy. La da rabia llorar por ese menor problema que se llama amor (porque ojalá fuera el amor, el mayor de los problemas en la vida). Cuando está enfadada, como hoy, se jura a ella misma que no volverá a ocurrir, que dejará de creer en cuentos chinos, pero, ella sabe muy bien que no va a cambiar, que seguirá sintiendo por cada poro de su piel y que si vuelve a llorar significará que tuvo la suerte de haber vivido una historia que valía realmente la pena. Ella es así, no puede evitarlo y se alegra, aunque tenga días tristes. Es cierto, se ha llevado alguna desilusión ¿y quién no? Es verdad, la da miedo querer a alguien por si luego tiene que olvidarle, pero sigue creyendo en el destino y en el amor, quizás porque aún es joven, quizás porque la vida sin amor, para ella no es vida. No busca un príncipe azul, sólo quiere a un imperfecto que sea perfecto para ella, que la saque a bailar su canción, incluso, cuando la falte el suelo bajo los pies. No sabe si se ha enamorado alguna vez pero te aseguro que cuando quiere, quiere de verdad, de corazón. Y eso es lo que la hace increíble, también con i…(S).
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